Exposición Miradas Serenísimas (2014)

Hace muchos años decidí que escribiría una carta a mi hija el día de su nacimiento. En ella reflejaría mis sentimientos hacia ella, el mutuo amor entre sus padres, así como algunas breves notas sobre la vida que comenzará a descubrir ese día. En el momento de abordar la importancia de conocer el fondo de las personas, recordé las fotos que unos días antes me había enviado mi amigo Manuel Lama, en las que te invita a traspasar la máscara que nos envuelve y leer la mirada. Ese Punctum definido por Roland Barthes como algo íntimo y personal, que trasciende en la fotografía de Lama por encima de la estética de los antifaces policromados.

Fijar un destino y un rumbo es el consejo para quien anhela el éxito en la vida. Manuel tiene en su vida un proyecto para la fotografía. Y cada obra suya es fruto de una reflexión previa y su consecuente programa de trabajo, con el objetivo de vivir con nosotros una nueva mirada en el marco de su propio concepto fotográfico. Parece buscar los límites de la representación. Podemos decir que experimenta una constante revolución visual dentro de una fotografía culta, que no deja nada al azar. Atiende a la fotografía con maestría, tanto en el registro, es decir en la materialización del producto único e inalterable que extrae de la cámara, como en la copia, donde realiza una interpretación del registro coherente con los planteamientos iníciales. Manuel se ilusiona, es constante, perseverante, fotografía de frente, sufre la obra, disfruta compartiéndola, y vuelve a comenzar un nuevo proyecto.

Mostrar cómo vivir el aquí y el ahora, ser consciente del momento presente, es materializado por Manuel eliminando lo estéril y entretenido de la ostentación, para descubrir al ser humano que configura el Carnaval de Venecia. Contextualiza el “Hoy es siempre todavía” de Antonio Machado, que Manuel atrapa en la fotografía para no dejarlo morir del todo. Los retratos mostrados en esta exposición pudieran trascender del Retrato de Aristóteles contemplando el busto de Homero (Rembrandt, 1653), donde elabora un deliberado anacronismo, desde una tradición de siete siglos de historia -en 1296 el Senado de la República de la Serenísima declara festivo el día precedente a la cuaresma-, enfundada en trajes y máscaras del XVIII, en contraste con las miradas que Manuel ha conservado en un perpetuo presente gracias a la fotografía.

El cariño hacia una hija que está a punto de nacer puede describirse sobre una hoja de papel, a modo de testimonio o deseo. Manuel consiguió inmortalizar el amor a su hija, como la fotografía This is my proof (Duane Michals, 1974), en el que puede ser su trabajo más íntimo, Paseos con Marta, expuesto en 1993 dentro de su querida asociación. Aquella hija ha pasado, con los años, de referente a colaboradora fundamental en este último trabajo de su padre. Desde entonces su obra muestra una constante evolución hacia una madurez y estilo propio, reconocido entre muchos galardones, por el premio Mezquita.

José Luis Caballano Alcántara


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